Seguramente has oído hablar del TDAH o trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el cual se considera un problema de salud muy importante a nivel mundial.
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De acuerdo al Hospital Psiquiátrico Infantil, un estudio estima que la prevalencia de este problema corresponde al 5.3 % de niños y adolescentes en el mundo.
La importancia de que este padecimiento sea detectado a tiempo y efectivamente tratado radica en que al tratarse de un trastorno neuropsiquiátriaco, los síntomas solo son visibles en aspectos conductuales.
Debido a esto en la mayoría de los casos los comportamientos asociados al TDAH son interpretados a partir de la manera en que se han educado en el ámbito familiar, llegando en muchas ocasiones a determinar que el niño solo es «maleducado» o «malcriado».
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Este tipo de juicios sobre la conducta de un niño con trastorno de TDAH repercute en una considerable disminución en su calidad de vida ya que, si no es capaz de mantener la atención dentro del aula, verá seriamente disminuidas sus capacidades de aprendizaje hasta el punto de llegar a ser suspendido.
Su incapacidad para mantenerse concentrado y su tendencia a permanecer activo durante prácticamente todo el tiempo también le puede hacer parecer una compañía indeseable o intolerable para sus compañeros o incluso para los demás miembros de la familia, resultando en su exclusión de cualquier grupo y finalmente llegando a desarrollar angustia, baja autoestima, depresión, ansiedad y conductas antisociales.
Estas situaciones no harán sino empeorar al llegar a la fase adulta donde el consumo de alcohol y drogas pueden degradar aún más su nivel de vida. En consecuencia, las actividades de diagnóstico y tratamiento para el TDAH se deben enfocar en la etapas tempranas del desarrollo cognitivo para lograr mejores resultados evitando mayores costes sociales por adultos con TDAH sin tratamientos previos.
Signos de alerta en el TDAH
En primer lugar se debe observar la evolución de los niños en el hogar por los mismos familiares y en la escuela por los profesores. En la familia se pueden observar los primeros síntomas antes de los siete años de edad y en algunos casos incluso a partir de los tres años de edad con síntomas leves, moderados o graves. Entre las manifestaciones visibles se pueden encontrar:
- Aprendizaje discontinuo del lenguaje.
- Comportamiento muy demandante e irritable. Impaciente.
- Problemas para llevar a cabo el deletreo de palabras sencillas. Dificultad para recordar las tareas diarias asignadas dentro del hogar o las escolares.
- Falta de organización para realizar sus tareas.
- Incapacidad para comprender una secuencia de instrucciones y seguirlas en orden.
- Dificultad para solucionar problemas aritméticos.
- Incapacidad para realizar una tarea de a principio a fin sin interrupciones.
- Acostumbra realizar interrupciones en las conversaciones de adultos y de otros niños.
- Incapacidad para seguir las reglas definidas por su grupo de compañeros de juego.
- Interrumpe en cada oportunidad a las personas que le hacen preguntas, anticipándose en dar una respuesta antes de escuchar completamente la pregunta.
- Tendencia a evitar las actividades escolares que requieran de esfuerzo mental.
- No puede quedarse quieto en un solo sitio, constantemente se está levantando, caminando e incluso trepando a cualquier lugar que se halle a su alcance, etc.
Si notas la presencia de alguna de estas conductas, no necesariamente significa que el niño sufra TDAH, ya que también es muy común que los pequeños pasen por periodos de alta actividad física y falta de concentración.
Ejemplo de ello es que este tipo de comportamientos se manifiesten solo en algunos sitios muy específicos como la escuela, el hogar o los consultorios médicos. Pero en caso de considerarlo necesario siempre será mejor que solicites un correcto diagnóstico por parte de las instituciones especializadas.