Las siglas TDAH hacen referencia al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, un padecimiento mental que se caracteriza por el alto grado de impulsividad, la falta de atención e hiperactividad que muestran los pacientes.
Aunque hoy en día existe para el TDAH un tratamiento, se sigue pensando que este solo afecta a los niños, cuando la realidad es que también los adultos lo pueden padecer. Por eso mismo, hay muchas personas que viven con él y posponen su atención.
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¿Cómo identificar a un adulto con TDAH sin tratar?
Anteriormente, la Asociación Americana de Psiquiatría consideraba que el trastorno desaparecía en cuanto la persona entraba a la adolescencia. Recientemente se ha descubierto que esto es falso, ya que en más del 50 % de los casos de niños diagnosticados con TDAH se siguen manifestando los síntomas, aunque en un grado menor y más confuso que complica su descubrimiento. De ahí que los adultos vivan sin tratarlo y con las siguientes características:
- Personas con un nivel muy marcado de desorganización que les impide llevar una vida bajo parámetros aceptables.
- Dificultad para establecer prioridades, rigiéndose por estímulos impulsivos.
- Incapacidad de planificar actividades a corto, mediano y largo plazo.
- Problemas para lograr concentrarse durante breves períodos en tareas específicas.
- Energía excesiva y manera de hablar sumamente rápida.
- Mínima tolerancia ante las adversidades, la frustración, los imprevistos y el estrés.
- Cambios frecuentes e injustificados de humor radicales.
- No finalizar ninguna actividad o tarea que se comienza, sin importar las consecuencias de su demora, desidia o abandono.
- Utilizar la creación de mundos fantásticos e inverosímiles como medio de escape de la realidad.
Consecuencias de no tratar el TDAH en la vida adulta
Como se podrá notar, la lista de los síntomas es también una lista de problemas, a los cuales un adulto con TDAH que no ha sido correctamente atendido se tiene que enfrentar en su día a día. El trastorno afecta de manera integral el desarrollo y la plenitud de la existencia de quien lo padece, de las siguientes maneras:
- Bajo desempeño laboral, lo que origina numerosos despidos, renuncias o abandono de puestos de trabajo. Lo que a su vez se traduce en un constante desempleo.
- Problemas económicos ante la incapacidad de regular, planificar y controlar los gastos.
- Problemas con la ley provocados por una conducta impulsiva y errante.
- Alta probabilidad de incurrir en consumo recurrente de sustancias.
- Accidentes frecuentes de diversos tipos.
- Relaciones familiares, sociales y afectivas inestables y poco duraderas.
- Problemas recurrentes y prolongados de salud física y mental.
- Baja autoestima al extremo de llegar a experimentar pensamientos de suicidio.
- Sobrecargar los horarios con actividades, de tal manera que se vuelve imposible el poder cumplirlos.
¿Cómo resistirse al trastorno?
Si bien ninguna persona solicita padecer TDAH, una vez que se confirma el trastorno, existe un tratamiento a seguir para mejorar la calidad de vida.
- Consultar a un especialista.
- Tomar los medicamentos recetados en el orden establecido.
- Acudir a terapia.
- Hablar sobre el padecimiento que se sufre con el círculo de personas más allegadas, buscando una red de apoyo.
- Establecer y cumplir métodos de organización en el espacio personal y laboral.
- Limitar las distracciones del entorno.
- Fomentar la gestión de tiempo y la autodisciplina como medios de lograr un control sobre sí mismo.
- Limitarse a realizar una sola tarea a la vez durante un período. Además de no iniciar nuevas actividades hasta no finalizar las anteriores.
Padecer TDAH en un mundo sobrecargado de información no es fácil, pero tampoco tiene por qué resultar imposible tratarlo. Si bien la voluntad no es el único factor dentro de la ecuación de un tratamiento eficaz, sí juega un papel muy importante en la autoestima y confianza del paciente.